La otra Palencia
Exposición histórico-cultural

Los crímenes de la ermita del Cristo del Otero

Por Alfredo Trigueros Andrés.

En el lugar en el que hoy se erige la enorme escultura del Cristo del Otero obra del insigne escultor de Victorio Macho construido en 1931, justo en la ermita que se encuentra bajo él, tuvieron lugar dos trágicos y horrendos crímenes que tuvieron como tristemente protagonistas a dos ermitaños.
En el siglo XIV tras la peste negra los ciudadanos palentinos acudían hasta el lugar en el que se rendía devoción a Santo Toribio tratando de que con eso la peste negra remitiera. Con motivo de tal afluencia de personas la cueva primitiva que se asentaba en la cima del cerro del otero fue transformada en la ermita que ha llegado hasta nuestros días y que es conocida como la ermita de Nuestra Señora del Otero.


En 1468, debido a que solían depositarse en la ermita ofrendas a la Virgen del Otero y al Cristo del Otero que los indianos traían desde América, dos hombres trataron de perpetrar un robo en plena nochevieja, encontrándose en la ermita al ermitaño, su mujer, y sus dos hijas de corta edad. Una de las niñas reconoció a uno de los ladrones pronunciando su nombre en alto, y esto provocó que ante el temor de ser descubiertos degollaran a toda la familia.

El 25 de noviembre de 1907  se produjo el segundo crimen de la ermita del cerro del otero.
En aquel momeno la ermita era guardada por el ermitaño Mariano Rey del Río de 52 años de edad. Isabel Arroyo Pérez, la criada del ermitaño, de 72 años de edad, describió lo que allí horas antes había sucedido. Cuatro hombres conocidos con los apodos de el moraita, el chivero, el chato y el quinquillero habían entrado por la noche en la ermita llamando a la puerta pidiendo un vaso de agua y al abrirles atacaron tanto al ermitaño como a su criada con el propósito de robar: La criada habiendo sido atada consiguió ver cómo los cuatro hombres ataron al ermitaño y comenzaron a golpearle y torturarle con el objetivo de que confesara donde estaba el dinero. Fue tal la crueldad que emplearon que fueron capaces de cenar mientras el ermitaño muy malherido  fallecía a su lado.
El cadáver del ermitaño fue encontrado con heridas de arma blanca, quemaduras, síntomas de asfixia y señales que denotaban que había sido apaleado mientras los ladrones habían huido con un botín de 1200 pesetas.

 


(Publicación del crimen en el diario "El País" el 26 de diciembre de 1907) 



La conmoción que provocó entre los vecinos de Palencia y las contradicciones que la criada daba en sus versiones acabaron llevando a que se dictara un auto de procesamiento y encarcelamiento contra ella.
 


(Publicación de la detención de el quinquillero en el diario independiente "El Día" el lunes 20 de enero de 1908)


Las identidades de los cuatro asaltantes eran: 
Mariano Monzón de la Rúa, natural de Dueñas, conocido como el moraita, jornalero;
Gervasio Abia Brizuela, conocido como el chivero, natural de Palencia, pastor;
Cipriano González Fraile, conocido como el chato, natural de Valladolid, panadero;
Santos Collado Ortega, conocido como el quincallero, natural de Ademud (Valencia).


 

(Fotografías de los cuatro autores del crimen)


Pese a que el chivero acusó de haber sido cómplice del crimen a la criada, ésta fue puesta en libertad al no encontrarse pruebas contra ella.
Los cuatro criminales fueron traslados al penal de Burgos.
El chivero consiguió escaparse cuando estaba siendo trasladado a la cárcel Modelo de Madrid en noviembre de 1908 con la finalidad de ser juzgado allí por el robo de unas gallinas, sin llegar siquiera a ser juzgado y consiguiendo huir  a Argentina.

Tras celebrarse juicio en la Audiencia de Palencia, los tres restantes asaltantes hombres fueron declarados culpables y  condenados a  pena de muerte en garrote.
Los abogados defensores interpusieron recurso para cambiar la condena de muerte por pena de prisión alegando que "no tenían intención de hacer tanto daño" y que "la justicia nada tiene que ver con la venganza".
Dicho recuso fue aceptado y finalmente a petición del Consejo de Ministros, el rey Alfonso XIII, el 26 de marzo de 1910 con motivo de la festividad del viernes santo concedió la conmuta de su pena por pena de cárcel a el chato, el moraita y el quinquillero.


(Indultos publicados en el diario "El Imparcial" el 26 de marzo de 1910)


Habiendo sido ya trasladados a la prisión provincial de Palencia, fue el propio alcalde de la ciudad de Palencia Tomás Alonso el que se trasladó hasta ella junto con otras personalidades palentinas para hacerles constar la conmutación de su pena, obsequiándoles con unos cigarros e incluso se fotografiaron con ellos en el patio de la cárcel.

El romancero popular ha relatado de forma poética el triste suceso:


Reparen con atención
en la lista de sucesos
y vean lo que ha pasado
en el Cristo del Otero.


En la ermita de su nombre
un crimen se cometió,
que ha causado en toda España
tristeza y gran conmoción.

A un pobrecito ermitaño
que vivía santamente,
entre cuatro criminales
le prepararon la muerte.

A la vieja  (la que le asistía) la han dejado
en una columna atada
y la dicen que no chille,
pa que no se sienta nada.

Isabel que era la vieja
cuando pudo desatarse
abrió la puerta en seguida,
bajó la cuesta a dar parte.

En las primeras viviendas
se detiene a referir
la muerte del ermitaño
a lo que ella pudo oír.

Al bueno del ermitaño
cuando más tranquilo estaba,
aquellos cuatro ladrones
a la puerta ya llamaban.

A la puerta dieron golpes
y Mariano respondió,
y al tiempo de abrir la puerta
cuatro enmascarados vio.

Al tiempo de abrir la puerta
al ermitaño atropellan
y los cuatro foragidos
sus pistolas le presentan.

Preguntan en el portal
con sus palabras serenas
y en seguida le amarraron,
y otro se llevó a la vieja.

Le pidieron el dinero
y al ver que aquél no lo daba,
le tumbaron boca abajo
y grandes palos le daban.

El decía:

-¿y qué quereis que tengamos
si no hay más que las ofrendas
que traen fieles devotos,
y todo es mera promesa?

Al ver que Mariano calla,
más adentro le metieron
y lumbre en un calderillo
para quemarle encendieron.

Por fin el pobre ermitaño
dijo: -En aquella ventana
tengo en un bote escondido
los dineros que guardaba.

Al instante van por ello
Y a donde dijo, allí estaba;
tenia unas mil pesetas
en un bote de hojalata.

Empezaron a quemarle
por ver si más declaraba,
y una vez que quedó muerto
la ermita la registraban.

Rompieron todos los cofres,
las imágenes tiraron,
se llevaron el dinero,
cálices y relicarios.

Luego, para Almazán se dirigen
montados en una yegua,
el Quincallero y su amante
y un hermano iba con ella.

Ya cogieron al Moraita,
al Chato, también al Chivero,
a los que hicieron la muerte
en el Cristo del Otero.


La gran repercusión inmediata que el crimen tuvo en toda España provocó que comenzaran a surgir  más canciones populares que trataban de reflejar lo sucedido. En esta se hace meción a que el quinquillero era el jefe de la cuadrilla:

"Moraita toca la gaita ,
Chivero toca el tambor,
el Chato toca los platos,
Quincallero el director.

Veinticinco de noviembre
y el pelado Otero escalan
y en la casa de la Ermita
resuenan las aldabadas."

"El Quincallero, el Moraita,
el Chato y el Chivero
mataron al ermitaño
en el Cristo del Otero.


Dicen que estos cuatro hombres
cuando su mal hecho hicieron
a las once de la noche,
después de cenar, se fueron."


Desde aquí puede realizar una visita virtual al interior de la ermita  en la que tuvieron lugar los tristes acontecimientos relatados:



CRISTO DEL OTERO in Northern Spain

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